Exclusión social
Karlos Pérez de Armiño y Marlen Eizagirre“Proceso mediante el cual los individuos o grupos son total o parcialmente excluidos de una participación plena en la sociedad en la que viven” (European Foundation, 1995:4). Tal proceso, opuesto al de “integración social”, da lugar a una privación múltiple, que se manifiesta en los planos económico, social y político.
El concepto de “exclusión social” surgió en los años 70 en Francia (donde desde hacía tiempo ya se venía utilizando el de “exclusión”), entendida como una ruptura de los lazos sociales, algo que afectaba a la tradición francesa de integración nacional y solidaridad social. Su creación se atribuye a René Lenoir, entonces Secretario de Estado de Acción Social en el gobierno de Chirac, con su libro Les exclus: un Français sur Dix, publicado en 1974, en el que se refería al 10% de la población francesa que vivía al margen de la red de seguridad social pública basada en el empleo (discapacitados, ancianos, niños que sufren abusos, toxicómanos, etc.). El concepto se popularizó en Francia durante los 80, tanto en el plano académico como político y social, para referirse a los sectores desfavorecidos y afectados por nuevos problemas sociales (desempleo, guetos, cambios en la estructura familiar), a los cuales las viejas políticas del Estado del bienestar no daban respuesta adecuada. Así surgieron nuevas políticas y programas sociales orientados a la “inserción” de individuos, familias y grupos, entre los que destacaron los de: el Ingreso Mínimo de Inserción, orientado a proporcionar formación y trabajo a parados de larga duración (con más de 700.000 beneficiarios a mediados de los 90); educación en áreas marginales; prevención de la delincuencia mediante centros para jóvenes; y desarrollo social de los barrios (viviendas, trabajo comunitario, servicios) (De Haan, 1998:11).
El concepto se difundió luego con rapidez por otros países del Norte, en particular a través de diversos programas y organismos de la unión europea. Su creciente relevancia académica y política en Europa y en EE.UU. se ha debido sobre todo al incremento de la pobreza en ellos desde los años 80, así como en los antiguos países socialistas durante los 90. Después, este concepto surgido en los países desarrollados ha acabado por extenderse también a los países del tercer mundo y aplicarse a sus problemas de desarrollo, sobre todo a partir de un amplio proyecto realizado por el International Institute for Labor Studies de la oit como preparación para la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social celebrada en 1995 en Copenhague, consistente en seis estudios empíricos de distintos países centrados en diferentes enfoques de la exclusión (política, económica, derechos, cultural, etc.) (IILS, 1996).
La noción de “exclusión social” ha adquirido así diferentes enfoques en función de las diversas tradiciones de pensamiento intelectual y político. De este modo, existen diferentes visiones sobre su relación con la pobreza: unos ven la exclusión social como causante de la pobreza, en tanto que otros consideran ésta como una parte de aquélla. De igual manera, los diversos paradigmas sobre la exclusión promueven diferentes políticas de respuesta: así, mientras en Francia el Estado se ha mostrado activo en cuanto a la integración de los ciudadanos, en Gran Bretaña la tendencia ha sido a la reducción de su intervención y a la creación de incentivos para los individuos.
En cualquier caso, lo común a todos los enfoques es que la exclusión social se entiende como un concepto multidimensional, que afecta negativamente a los diferentes aspectos del desarrollo humano, no sólo a los materiales. Su dimensiones podríamos desglosarlas básicamente así:
a) La privación económica: ingresos insuficientes en relación con el contexto, empleo inseguro, falta de titularidades[Titularidades al alimento, Titularidades medioambientales] de acceso a los recursos.
b) La privación social: ruptura de los lazos sociales o familiares que son fuentes de capital social y de mecanismos de solidaridad comunitaria, marginación de la comunidad, alteración de los comportamientos sociales e incapacidad de participar en las actividades sociales (por ejemplo, las personas con escasos ingresos se ven obligadas a disminuir sus relaciones sociales), deterioro de la salud, etc.
c) La privación política: carencia de poder, incapacidad de participación en las decisiones que afectan a sus vidas o participación política (en EE.UU. se ha comprobado que disminuye conforme lo hace el estatus socioeconómico de las familias).
Estas tres formas de privación se refieren a tres áreas principales de incidencia, que son los recursos (materiales y no, pues se incluye el capital humano, como la formación, o el capital social), las relaciones sociales y los derechos legales. En cada una de esas áreas la exclusión social puede plasmarse en diferentes elementos, como se aprecia en la figura 1.
Otra clasificación de los elementos más habituales que conformarían la exclusión es la de García Roca (1998), que ofrece como diferencia respecto a la antes expresada la inclusión de los factores personales, subjetivos o sicológicos. Este autor establece las siguientes tres dimensiones o procesos de la exclusión social, a las que corresponden tres zonas de integración y tres zonas intermedias o de vulnerabilidad. Las dimensiones de exclusión son las siguientes:
a) Una dimensión estructural o económica, referida a la carencia de recursos materiales que afecta a la subsistencia, derivada de la exclusión del mercado de trabajo.
b) Una dimensión contextual o social, caracterizada por la disociación de los vínculos sociales, la desafiliación y la fragilización del entramado relacional; en otras palabras, la falta de integración en la vida familiar y en la comunidad a la que se pertenece.
c) Una dimensión subjetiva o personal, caracterizada por la ruptura de la comunicación, la debilidad de la significación y la erosión de los dinamismos vitales (confianza, identidad, reciprocidad, etc.).
Desde esta perspectiva, la exclusión es el resultado de una triple ruptura: la laboral, la de pertenencia social y la de las significaciones. Por tanto, para combatir la exclusión y avanzar en la integración hacen falta estrategias orientadas a la participación, la integración laboral, el empoderamiento, la significación personal y otras actividades que posibiliten el fortalecimiento y la integración de la persona en su comunidad. Dado que las causas de la exclusión son múltiples e interrelacionadas, las respuestas también tienen que ser integrales y reforzarse mutuamente.
Fuente: García Roca (1998).
En efecto, todos estos planos mencionados se interrelacionan y refuerzan unos a otros, en un proceso por el que se acumulan progresivamente los problemas de las personas y familias excluidas. Así, por ejemplo, la precariedad en el empleo incrementa las rupturas matrimoniales y contribuye a reducir la intensidad de la vida social.
En función de lo dicho, excluidos sociales son no sólo los pobres, sino también los sin techo, los incapacitados para acceder al mercado de trabajo, los que carecen de derechos civiles y políticos (inmigrantes sin papeles), muchos ancianos que viven solos, los habitantes de zonas marginales, los culturalmente alienados, etc.
Según hemos dicho, la exclusión no se define sólo por la pobreza, sino por otros factores entre los que destaca singularmente la ruptura de los lazos o redes sociales y la cohesión social, como constatan Harwin y Fahth (1998) en su estudio sobre los antiguos países comunistas en transición. Entre ellos, los del Cáucaso han experimentado en los 90 el mayor declive económico, si bien los indicadores del deterioro de la cohesión social (tasas de divorcio, suicidios, abandono de niños, etc.) no se han agravado en la misma medida. Por el contrario, los países ex soviéticos del Báltico y del occidente de la Comunidad de Estados Independientes muestran un panorama inverso: la crisis económica no ha sido tan grave, pero los citados indicadores se han deteriorado en mayor medida. La explicación radica en que en el Cáucaso tienen más peso las redes familiares así como formas de organización económica ajenas al Estado, con lo cual la crisis económica y la supresión de las provisiones estatales no han tenido un impacto tan fuerte.
Como vemos, aunque en la práctica los diferentes ámbitos de la exclusión social se solapan unos con otros, lo cierto es que cada uno de ellos puede tener mayor o menor peso según la sociedad de la que se trate. Así, mientras en los antiguos países socialistas y en los Estados del bienestar un factor predominante puede ser la pérdida de falta de prestaciones sociales por el Estado, en muchos países en desarrollo (donde la protección pública apenas existe) es más relevante la exclusión del mercado de trabajo o la falta de recursos como la tierra y el crédito. A su vez, en muchos países en rápido crecimiento económico, caso de algunos asiáticos, adquiere más incidencia la privación de derechos civiles y democráticos, como el de sindicación).
La exclusión social, en efecto, está condicionada por las estructuras socioeconómicas y políticas de cada país, que determinan las relaciones entre clases sociales y el control relativo de los recursos y del poder. La exclusión también está relacionada con factores como la localización geográfica, así como otros personales como la discriminación por factores de género, casta o etnicidad.
Este carácter multifacético hace que la exclusión social sea una realidad compleja de medir, por lo cual carece aún de indicadores para cuantificar cada uno de sus elementos, así como indicadores agregados de conjunto. La investigación y desarrollo de tales indicadores es un reto por afrontar de cara al aprovechamiento de su potencial y a dotarle de mayor operatividad.
Por otro lado, ese carácter multidimensional hace que la exclusión esté estrechamente emparentada con otros conceptos habituales en los estudios de desarrollo, con los que se solapa en mayor o menor medida. Tanto es así que algunos cuestionan incluso si el concepto de “exclusión social” aporta algo nuevo y diferente. Los conceptos con los que presenta más similitudes son los siguientes:
1) La pobreza: aunque algunos la equiparan meramente a unos bajos niveles de ingresos, otros, en la línea del Informe sobre Desarrollo Humano del pnud o del enfoque sobre las capacidades humanas de Amartya Sen, adoptan una visión multidimensional de la pobreza, que se solapa mucho con la de exclusión social. Sin embargo, dicen De Haan y Maxwell (1998:5), el concepto de exclusión social aporta varios elementos de valor añadido respecto a ese concepto amplio de pobreza: a) ofrece un marco integrador que se centra en los procesos que causan privación, y en las instituciones y en los actores implicados en ellos; b) en la medida en que incluya la idea de justicia social, puede ayudar a reformular las agendas políticas y de desarrollo de la comunidad internacional; y c) el redescubrimiento de la exclusión social en los países desarrollados genera grandes oportunidades para un nuevo diálogo Norte-Sur, analizando conexiones y comparaciones de los problemas de ambos.
2) El índice de desarrollo humano (IDH), del PNUD: la ausencia de desarrollo humano es bastante equiparable a la exclusión social, porque subraya el carácter multidimensional del desarrollo y de la privación, al basarse no meramente en los ingresos, sino en tres indicadores (esperanza de vida, logro educacional y Producto Interior Bruto real per cápita). Sin embargo, se diferencian en que el IDH describe principalmente los resultados, en tanto que la exclusión social se dirige sobre todo al proceso y a los actores que los causan. Igualmente, el primero se centra en promedios nacionales, mientras la segunda se refiere a grupos específicos que la sufren.
3) Las capacidades y las titularidades[Titularidades al alimento, Titularidades medioambientales] de las personas: son dos nociones de Amartya Sen que han sido muy influyentes en los estudios sobre el desarrollo y que indican que la privación no radica en lo que la gente no posea, sino en aquello que les incapacita para poseer. Las capacidades son las opciones entre las que una persona puede elegir para llevar a cabo acciones con las que conseguir el bienestar. Por su parte, las titularidades son los derechos de las familias para controlar los bienes en función de diferentes mecanismos económicos, políticos y sociales dentro del sistema legal. Evidentemente, hay una correlación entre las capacidades y titularidades, por un lado, y la exclusión social, por otro, puesto que ésta implica automáticamente una reducción de aquéllas. Sin embargo, la exclusión social va más allá del marco de las titularidades y capacidades, en cuanto que observa los procesos que desencadenan la pérdida de las mismas.
4) La vulnerabilidad: es probablemente el concepto con mayores similitudes con el de exclusión social. Aunque la vulnerabilidad a veces se identifique simplistamente con la pobreza (entendida habitualmente como carencia de ingresos o de consumo), en realidad incluye también otros elementos, como la inseguridad, la indefensión y la exposición al riesgo. Al igual que la exclusión, la vulnerabilidad contempla diversas dimensiones de la privación, incluyendo las percepciones subjetivas de las propias personas sobre su situación, en lugar de basarse sólo en definiciones de foráneos. Quizá la mayor diferencia entre vulnerabilidad y exclusión radique en que la primera gira en torno al concepto de riesgo ante una crisis potencial.
5) El capital social: es un concepto difundido al mismo tiempo que el de exclusión social, referido a las capacidades y recursos que se derivan para las personas y comunidades a partir de sus relaciones sociales. Aunque ambos conceptos se solapen en parte, la exclusión social se dirige más directamente hacia los problemas de la privación.
En conclusión, dice De Haan (1998:10,15), el concepto de exclusión social se superpone en buena medida con otros conceptos que hacen mención a la pobreza y la privación, desde diferentes perspectivas y tradiciones intelectuales. Sin embargo, la noción de exclusión social presenta como novedades y como ventajas respecto a los demás conceptos que se centra en los procesos que generan la exclusión, más allá de las descripciones de situaciones estáticas; y también que, en lugar de ver la privación como una condición individual, se centra en los mecanismos, instituciones y actores sociales que la causan. Esto tiene una gran importancia política, en la medida en que ayuda a identificar problemas en las instituciones existentes, así como alternativas de transformación y mejora.
En este sentido, la idea de exclusión subraya la importancia de las políticas públicas y del papel del Estado en el desarrollo de políticas que doten a los excluidos de las capacidades y empoderamiento necesarios para poder participar del desarrollo. Tal papel público puede complementarse por la iniciativa privada y de la sociedad civil.
Por otro lado, aunque se trata de un concepto surgido en el Norte, resulta aplicable a los países del Sur, ajustándolo a las características de cada contexto. En efecto, lo que significa la noción de exclusión en cada caso depende de qué forma de inclusión se considere como importante en cada sociedad o grupo específicos. En este sentido, la noción de exclusión ofrece nuevos instrumentos de análisis y horizontes para la cooperación para el desarrollo, en la línea de promover la integración de los colectivos desfavorecidos ayudándoles a beneficiarse del desarrollo humano junto al resto de la comunidad. K. P., con M. E.
El concepto de “exclusión social” surgió en los años 70 en Francia (donde desde hacía tiempo ya se venía utilizando el de “exclusión”), entendida como una ruptura de los lazos sociales, algo que afectaba a la tradición francesa de integración nacional y solidaridad social. Su creación se atribuye a René Lenoir, entonces Secretario de Estado de Acción Social en el gobierno de Chirac, con su libro Les exclus: un Français sur Dix, publicado en 1974, en el que se refería al 10% de la población francesa que vivía al margen de la red de seguridad social pública basada en el empleo (discapacitados, ancianos, niños que sufren abusos, toxicómanos, etc.). El concepto se popularizó en Francia durante los 80, tanto en el plano académico como político y social, para referirse a los sectores desfavorecidos y afectados por nuevos problemas sociales (desempleo, guetos, cambios en la estructura familiar), a los cuales las viejas políticas del Estado del bienestar no daban respuesta adecuada. Así surgieron nuevas políticas y programas sociales orientados a la “inserción” de individuos, familias y grupos, entre los que destacaron los de: el Ingreso Mínimo de Inserción, orientado a proporcionar formación y trabajo a parados de larga duración (con más de 700.000 beneficiarios a mediados de los 90); educación en áreas marginales; prevención de la delincuencia mediante centros para jóvenes; y desarrollo social de los barrios (viviendas, trabajo comunitario, servicios) (De Haan, 1998:11).
El concepto se difundió luego con rapidez por otros países del Norte, en particular a través de diversos programas y organismos de la unión europea. Su creciente relevancia académica y política en Europa y en EE.UU. se ha debido sobre todo al incremento de la pobreza en ellos desde los años 80, así como en los antiguos países socialistas durante los 90. Después, este concepto surgido en los países desarrollados ha acabado por extenderse también a los países del tercer mundo y aplicarse a sus problemas de desarrollo, sobre todo a partir de un amplio proyecto realizado por el International Institute for Labor Studies de la oit como preparación para la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social celebrada en 1995 en Copenhague, consistente en seis estudios empíricos de distintos países centrados en diferentes enfoques de la exclusión (política, económica, derechos, cultural, etc.) (IILS, 1996).
La noción de “exclusión social” ha adquirido así diferentes enfoques en función de las diversas tradiciones de pensamiento intelectual y político. De este modo, existen diferentes visiones sobre su relación con la pobreza: unos ven la exclusión social como causante de la pobreza, en tanto que otros consideran ésta como una parte de aquélla. De igual manera, los diversos paradigmas sobre la exclusión promueven diferentes políticas de respuesta: así, mientras en Francia el Estado se ha mostrado activo en cuanto a la integración de los ciudadanos, en Gran Bretaña la tendencia ha sido a la reducción de su intervención y a la creación de incentivos para los individuos.
En cualquier caso, lo común a todos los enfoques es que la exclusión social se entiende como un concepto multidimensional, que afecta negativamente a los diferentes aspectos del desarrollo humano, no sólo a los materiales. Su dimensiones podríamos desglosarlas básicamente así:
a) La privación económica: ingresos insuficientes en relación con el contexto, empleo inseguro, falta de titularidades[Titularidades al alimento, Titularidades medioambientales] de acceso a los recursos.
b) La privación social: ruptura de los lazos sociales o familiares que son fuentes de capital social y de mecanismos de solidaridad comunitaria, marginación de la comunidad, alteración de los comportamientos sociales e incapacidad de participar en las actividades sociales (por ejemplo, las personas con escasos ingresos se ven obligadas a disminuir sus relaciones sociales), deterioro de la salud, etc.
c) La privación política: carencia de poder, incapacidad de participación en las decisiones que afectan a sus vidas o participación política (en EE.UU. se ha comprobado que disminuye conforme lo hace el estatus socioeconómico de las familias).
Estas tres formas de privación se refieren a tres áreas principales de incidencia, que son los recursos (materiales y no, pues se incluye el capital humano, como la formación, o el capital social), las relaciones sociales y los derechos legales. En cada una de esas áreas la exclusión social puede plasmarse en diferentes elementos, como se aprecia en la figura 1.
Figura 1: Áreas y elementos de la exclusión social | |
Áreas principales | Elementos |
Recursos |
|
Relaciones | |
Derechos |
Otra clasificación de los elementos más habituales que conformarían la exclusión es la de García Roca (1998), que ofrece como diferencia respecto a la antes expresada la inclusión de los factores personales, subjetivos o sicológicos. Este autor establece las siguientes tres dimensiones o procesos de la exclusión social, a las que corresponden tres zonas de integración y tres zonas intermedias o de vulnerabilidad. Las dimensiones de exclusión son las siguientes:
a) Una dimensión estructural o económica, referida a la carencia de recursos materiales que afecta a la subsistencia, derivada de la exclusión del mercado de trabajo.
b) Una dimensión contextual o social, caracterizada por la disociación de los vínculos sociales, la desafiliación y la fragilización del entramado relacional; en otras palabras, la falta de integración en la vida familiar y en la comunidad a la que se pertenece.
c) Una dimensión subjetiva o personal, caracterizada por la ruptura de la comunicación, la debilidad de la significación y la erosión de los dinamismos vitales (confianza, identidad, reciprocidad, etc.).
Desde esta perspectiva, la exclusión es el resultado de una triple ruptura: la laboral, la de pertenencia social y la de las significaciones. Por tanto, para combatir la exclusión y avanzar en la integración hacen falta estrategias orientadas a la participación, la integración laboral, el empoderamiento, la significación personal y otras actividades que posibiliten el fortalecimiento y la integración de la persona en su comunidad. Dado que las causas de la exclusión son múltiples e interrelacionadas, las respuestas también tienen que ser integrales y reforzarse mutuamente.
Figura 2: Procesos de exclusión social | ||
Zona de exclusión | Zona de vulnerabilidad | Zona de integración |
Exclusión laboral | Trabajo precario | Trabajo estable |
Aislamiento social | Relaciones inestables | Relaciones sólidas |
Insignificancia vital | Convicciones frágiles | Sentido vital |
En efecto, todos estos planos mencionados se interrelacionan y refuerzan unos a otros, en un proceso por el que se acumulan progresivamente los problemas de las personas y familias excluidas. Así, por ejemplo, la precariedad en el empleo incrementa las rupturas matrimoniales y contribuye a reducir la intensidad de la vida social.
En función de lo dicho, excluidos sociales son no sólo los pobres, sino también los sin techo, los incapacitados para acceder al mercado de trabajo, los que carecen de derechos civiles y políticos (inmigrantes sin papeles), muchos ancianos que viven solos, los habitantes de zonas marginales, los culturalmente alienados, etc.
Según hemos dicho, la exclusión no se define sólo por la pobreza, sino por otros factores entre los que destaca singularmente la ruptura de los lazos o redes sociales y la cohesión social, como constatan Harwin y Fahth (1998) en su estudio sobre los antiguos países comunistas en transición. Entre ellos, los del Cáucaso han experimentado en los 90 el mayor declive económico, si bien los indicadores del deterioro de la cohesión social (tasas de divorcio, suicidios, abandono de niños, etc.) no se han agravado en la misma medida. Por el contrario, los países ex soviéticos del Báltico y del occidente de la Comunidad de Estados Independientes muestran un panorama inverso: la crisis económica no ha sido tan grave, pero los citados indicadores se han deteriorado en mayor medida. La explicación radica en que en el Cáucaso tienen más peso las redes familiares así como formas de organización económica ajenas al Estado, con lo cual la crisis económica y la supresión de las provisiones estatales no han tenido un impacto tan fuerte.
Como vemos, aunque en la práctica los diferentes ámbitos de la exclusión social se solapan unos con otros, lo cierto es que cada uno de ellos puede tener mayor o menor peso según la sociedad de la que se trate. Así, mientras en los antiguos países socialistas y en los Estados del bienestar un factor predominante puede ser la pérdida de falta de prestaciones sociales por el Estado, en muchos países en desarrollo (donde la protección pública apenas existe) es más relevante la exclusión del mercado de trabajo o la falta de recursos como la tierra y el crédito. A su vez, en muchos países en rápido crecimiento económico, caso de algunos asiáticos, adquiere más incidencia la privación de derechos civiles y democráticos, como el de sindicación).
La exclusión social, en efecto, está condicionada por las estructuras socioeconómicas y políticas de cada país, que determinan las relaciones entre clases sociales y el control relativo de los recursos y del poder. La exclusión también está relacionada con factores como la localización geográfica, así como otros personales como la discriminación por factores de género, casta o etnicidad.
Este carácter multifacético hace que la exclusión social sea una realidad compleja de medir, por lo cual carece aún de indicadores para cuantificar cada uno de sus elementos, así como indicadores agregados de conjunto. La investigación y desarrollo de tales indicadores es un reto por afrontar de cara al aprovechamiento de su potencial y a dotarle de mayor operatividad.
Por otro lado, ese carácter multidimensional hace que la exclusión esté estrechamente emparentada con otros conceptos habituales en los estudios de desarrollo, con los que se solapa en mayor o menor medida. Tanto es así que algunos cuestionan incluso si el concepto de “exclusión social” aporta algo nuevo y diferente. Los conceptos con los que presenta más similitudes son los siguientes:
1) La pobreza: aunque algunos la equiparan meramente a unos bajos niveles de ingresos, otros, en la línea del Informe sobre Desarrollo Humano del pnud o del enfoque sobre las capacidades humanas de Amartya Sen, adoptan una visión multidimensional de la pobreza, que se solapa mucho con la de exclusión social. Sin embargo, dicen De Haan y Maxwell (1998:5), el concepto de exclusión social aporta varios elementos de valor añadido respecto a ese concepto amplio de pobreza: a) ofrece un marco integrador que se centra en los procesos que causan privación, y en las instituciones y en los actores implicados en ellos; b) en la medida en que incluya la idea de justicia social, puede ayudar a reformular las agendas políticas y de desarrollo de la comunidad internacional; y c) el redescubrimiento de la exclusión social en los países desarrollados genera grandes oportunidades para un nuevo diálogo Norte-Sur, analizando conexiones y comparaciones de los problemas de ambos.
2) El índice de desarrollo humano (IDH), del PNUD: la ausencia de desarrollo humano es bastante equiparable a la exclusión social, porque subraya el carácter multidimensional del desarrollo y de la privación, al basarse no meramente en los ingresos, sino en tres indicadores (esperanza de vida, logro educacional y Producto Interior Bruto real per cápita). Sin embargo, se diferencian en que el IDH describe principalmente los resultados, en tanto que la exclusión social se dirige sobre todo al proceso y a los actores que los causan. Igualmente, el primero se centra en promedios nacionales, mientras la segunda se refiere a grupos específicos que la sufren.
3) Las capacidades y las titularidades[Titularidades al alimento, Titularidades medioambientales] de las personas: son dos nociones de Amartya Sen que han sido muy influyentes en los estudios sobre el desarrollo y que indican que la privación no radica en lo que la gente no posea, sino en aquello que les incapacita para poseer. Las capacidades son las opciones entre las que una persona puede elegir para llevar a cabo acciones con las que conseguir el bienestar. Por su parte, las titularidades son los derechos de las familias para controlar los bienes en función de diferentes mecanismos económicos, políticos y sociales dentro del sistema legal. Evidentemente, hay una correlación entre las capacidades y titularidades, por un lado, y la exclusión social, por otro, puesto que ésta implica automáticamente una reducción de aquéllas. Sin embargo, la exclusión social va más allá del marco de las titularidades y capacidades, en cuanto que observa los procesos que desencadenan la pérdida de las mismas.
4) La vulnerabilidad: es probablemente el concepto con mayores similitudes con el de exclusión social. Aunque la vulnerabilidad a veces se identifique simplistamente con la pobreza (entendida habitualmente como carencia de ingresos o de consumo), en realidad incluye también otros elementos, como la inseguridad, la indefensión y la exposición al riesgo. Al igual que la exclusión, la vulnerabilidad contempla diversas dimensiones de la privación, incluyendo las percepciones subjetivas de las propias personas sobre su situación, en lugar de basarse sólo en definiciones de foráneos. Quizá la mayor diferencia entre vulnerabilidad y exclusión radique en que la primera gira en torno al concepto de riesgo ante una crisis potencial.
5) El capital social: es un concepto difundido al mismo tiempo que el de exclusión social, referido a las capacidades y recursos que se derivan para las personas y comunidades a partir de sus relaciones sociales. Aunque ambos conceptos se solapen en parte, la exclusión social se dirige más directamente hacia los problemas de la privación.
En conclusión, dice De Haan (1998:10,15), el concepto de exclusión social se superpone en buena medida con otros conceptos que hacen mención a la pobreza y la privación, desde diferentes perspectivas y tradiciones intelectuales. Sin embargo, la noción de exclusión social presenta como novedades y como ventajas respecto a los demás conceptos que se centra en los procesos que generan la exclusión, más allá de las descripciones de situaciones estáticas; y también que, en lugar de ver la privación como una condición individual, se centra en los mecanismos, instituciones y actores sociales que la causan. Esto tiene una gran importancia política, en la medida en que ayuda a identificar problemas en las instituciones existentes, así como alternativas de transformación y mejora.
En este sentido, la idea de exclusión subraya la importancia de las políticas públicas y del papel del Estado en el desarrollo de políticas que doten a los excluidos de las capacidades y empoderamiento necesarios para poder participar del desarrollo. Tal papel público puede complementarse por la iniciativa privada y de la sociedad civil.
Por otro lado, aunque se trata de un concepto surgido en el Norte, resulta aplicable a los países del Sur, ajustándolo a las características de cada contexto. En efecto, lo que significa la noción de exclusión en cada caso depende de qué forma de inclusión se considere como importante en cada sociedad o grupo específicos. En este sentido, la noción de exclusión ofrece nuevos instrumentos de análisis y horizontes para la cooperación para el desarrollo, en la línea de promover la integración de los colectivos desfavorecidos ayudándoles a beneficiarse del desarrollo humano junto al resto de la comunidad. K. P., con M. E.
Bibliografía
- De Haan, A. (1998), "'Social Exclusion'. An Alternative Concept for the Study of Deprivation?", en IDS Bulletin, vol. 29, nº 1 (monográfico: Poverty and Social Exclusion in North and South), Institute of Development Studies, University of Sussex, Brighton (Inglaterra), pp. 10-19.
- De Haan, A., y S. Maxwell (1998), "Poverty and Social Exclusion in North and South", en IDS Bulletin, vol. 29, nº 1 (monográfico: Poverty and Social Exclusion in North and South), Institute of Development Studies, University of Sussex, Brighton (Inglaterra), pp. 1-9.
- European Foundation for the Improvement of Living and Working Conditions (1995), Public Welfare Services and Social Exclusion: The Development of Consumer Oriented Initiatives in the European Union, Dublín.
- García Roca, J. (1998), Exclusión social y contracultura de la solidaridad. Prácticas, discursos y narraciones, ed. HOAC, Madrid.
- Gore, C. y Figueiredo, J. (eds.) (1997), Social Exclusion and Anti-Poverty Policy: A Debate, International Institute of Labour Studies, Ginebra.
- Harwin, J. y G. Fajth (1998), "Child Poverty and Social Exclusion in Post-Communist Societies", en IDS Bulletin, vol. 29, nº 1 (monográfico: Poverty and Social Exclusion in North and South), Institute of Development Studies, University of Sussex, Brighton (Inglaterra), pp. 66-76.
- IILS (1996), Social Exclusion and Anti-Poverty Strategies: Research Project on the Patterns and Causes of Social Exclusion and the Design of Policies to Promote Integration: A Synthesis of Findings, International Institute for Labour Studies, Ginebra.
- O'Brien, D. y De Haan, A. (1997), Deprivation in the North and South: an Annotated Bibliography on Poverty and Social Exclusion, Development Bibliography, nº 15, Institute of Development Studies, University of Sussex, Brighton (GB).
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